El Cine como forma expresiva y estética

domingo, 22 de noviembre de 2009

"El hombre de la cámara". Dziga Vértov.

Por Raquel Carrascosa Lozano


Vértov realiza este largo, "El hombre de la cámara", de 80 minutos de duración a modo experimental hacia 1929, sus similitudes con “Berlín sinfonía de una ciudad” 1927 son obvias, aunque para mi gusto en Berlín contemplamos la ciudad como si de sonámbulos se tratase, viendo pasar el tiempo por medio de imágenes, tan solo mirando, que no viendo, el exterior por el que se pasa fugazmente y probablemente sin caer en la cuenta de lo que realmente se debería ver, Berlín nos sumerge en un estado de sonambulismo, parecemos zombis atravesando la ciudad, ensimismados por la estética de las imágenes, en cambio en El hombre de la cámara aparentemente se realiza el mismo tipo de documental, un documental que quizá pretenda dibujar en nuestra mente una idea de cómo es la ciudad, aunque esta vez nos situamos en San Petersburgo, a mi juicio en esta última, no nos quedamos tan solo con un retrato de la ciudad sino que podemos atisbar muchos temas de los que hablar, Revolución industrial y a pesar de quedar claro este avance continúa permanente la pobreza…no es solo un paseo de nuestros ojos por estéticas imágenes de las calles de San Petersburgo, aunque la intención de Vértov pudiera ser esa.

Podemos decir que Vértov representa en este documental un día en las vidas de los ciudadanos de San Petersburgo, y nada más lejos de la realidad nos encontramos con una sociedad absorbida por la manipulación de las masas que se disponen a trabajar como si de borregos se tratase (como criticaría después Chaplin en "Tiempos modernos" hacia 1936). Las imágenes, que son grabaciones directas de la realidad, representan la mecanización del trabajo, en la que la mano actúa por sí sola sin la necesidad de un cerebro que la guíe, esto está reflejado tanto en las horas de trabajo como en las horas de ocio en la vida de un ciudadano ruso en pleno apogeo de la Revolución industrial que llegó de forma tardía a Rusia, lo que quiere decir que no solo actuamos de forma irracional y mecánica cuando trabajamos sino que incluso cuando estamos realizando una afición también lo hacemos de forma mecánica, como cuando tocamos el piano, pintamos etc. Cuando todos los ciudadanos salen del trabajo, se arreglan, tras haber perdido su identidad convirtiéndose en máquinas durante una larga jornada de trabajo, para recuperar dicha identidad, pero a continuación vuelven todos en masa a disfrutar de sus horas de ocio a la playa, vuelven a caer en un sistema de manipulación que incluso en sus horas de ocio les impone donde deben ir.

La película es muy curiosa porque se está grabando a un hombre que está grabando, se graba en el inicio a la gente esperando en el cine para ver la película, al protagonista que lleva la cámara buscando secuencias interesantes, que llamen la atención. Se ve todo el proceso a la hora grabar, con cierta intención libre, pero podemos ver las imágenes en movimiento de un coche grabadas desde otro a unos escasos dos metros de separación con bastante buena estabilidad en los movimientos de cámara. Los efectos especiales utilizados nos remiten a los hermanos Lumière y a Georges Mélies entre otros. Similitudes con los hermanos Lumière destaca sobre todo la imagen en retroceso, la sensación visual que produce el viento azotando un árbol y a continuación ese mismo viento en retroceso produce inquietud visual, como ocurre con las fichas de ajedrez que parten de estar descolocadas en el centro a, de pronto, estar todas dispuestas para jugar, además de la secuencia en la que en “El hombre de la cámara” entran todos al trabajo en tropel recuerda mucho a “La salida de la fábrica” de dichos hermanos. También Vértov utiliza la cámara rápida y lenta, acompañada de una música completamente ligada a la imagen, sin ésta la película pierde cierto grado de interés. En cuanto a semejanzas con el cine de Georges Mélies cabe destacar los efectos especiales utilizados a modo de ilusionismo, cuando aparece el hombre de la cámara dentro de un vaso de cerveza o las imágenes de la propia cámara moviéndose sola que parece que cobra vida, nos sugiere a aquellos videos de Mélies en la sala de variedades. En casi el final de la película encontramos unas secuencias de deportistas, lanzando el disco por ejemplo, en las que volvemos a ver la cámara lenta, en 1938 Leni Riefenstahl llevará imágenes similares a estas, a un documental de 225 minutos llamado “Olympia”. Vértov relaciona en numerosas ocasiones el ojo con la cámara cuyo funcionamiento es similar, aunque se intensifica la superioridad de la cámara sobre el ojo, ya que el ojo no puede montar dos secuencias a la vez desde dos planos distintos, como se hace en la película, o por ejemplo tampoco puede captar el movimiento de la vida y de pronto pausar la imagen y dejarla fija como también hace Vértov en el documental.

En conclusión para mi este documental dice más de lo que en principio se puede esperar, no es solo conocer a través de él las vidas de los ciudadanos de San Petersburgo, que es el aparente mensaje del documental, sino que nos damos cuenta de cómo se les convierte en máquinas, se les impone lo que deben hacer, a eso es a lo que se le llama desarrollo, a la pérdida de las libertades individuales para formar parte de una gran y desarrollada sociedad. También nos acerca un poco más al cine introduciendo una sala, los espectadores, un operario grabando y una ciudad en movimiento. Por medio de las imágenes nos situamos en San Petersburgo tras la muerte de Lenin, una ciudad con un progreso reciente ya que comenzó a desarrollarse industrialmente más tarde que otros países. Estas imágenes son un precedente de lo que unos años más tarde se convertiría en una catástrofe, una ciudad nuevamente en retroceso debido a los bombardeos por parte de Hitler que acabarían con la muerte de más de un millón de personas.

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