El Cine como forma expresiva y estética

jueves, 14 de enero de 2010

EL CÓNSUL DE SODOMA

Por Antonio Ferreira


Una película sobre Gil de Biedma se presentaba bastante apetitosa… por fin el ministerio de cultura parecía tener buenas intenciones respecto al destino de una subvención. Poco a poco el apetito y las buenas intenciones pasaron a un segundo término: como escribió el poeta; “y la verdad desagradable asoma: / envejecer, morir, / es el único argumento de la obra.”
La película, resumiendo, carece casi totalmente de elegancia. De los actores principales, no termina de convencer ni un voluntarioso Jordi Mollá. La dirección (Sigfrid Monleón) pasa desapercibida. Se utilizan bastantes planos en claves bajas, pero no se les saca partido ni… poesía. Se pasa de puntillas por el nihilismo y el abandono desesperanzado del escritor a partir de los años setenta, etapa que podría haber sido muy interesante cinematográficamente hablando. El ritmo narrativo parece sólo salvado por las lecturas de los poemas en voz en off y, por las escenas de sexo que, si se cronometrasen, estarían estratégicamente colocadas para que el espectador no se duerma a lo largo de la trama, ya que algunas de ellas no tiene ningún sentido argumental. Otro ejemplo; me parecen perfectas las imágenes de sexo explícito (en concreto de masturbación) si son necesarias, como en Dreamers de Bertolucci o en Anticristo de Lars von Trier, pero no en una post-eyaculación tratada banalmente.
El tratamiento de la doble vida de Jaime Gil, es decir; poeta homosexual de izquierdas contra secretario de una empresa tabaquera e hijo burgués del jefe es algo ligero pero de lo poco que salvaría (excepto la trama de conspiración que sufre en la empresa, contada de sopetón y maniqueamente).
Parece ser que está nominada a cinco Goyas; mejor actor protagonista, actriz de reparto (Vicky Peña, la madre), guión adaptado, diseño de vestuario y maquillaje y peluquería. En fin, lo que es del César…
Lo que más me decepcionó de la película, aparte de la ya mencionada falta de elegancia, es el final. Yo había escuchado una versión parecida de los hechos, pero se pasa en un momento de lo brillante a la brillantina, de la plata al vanadio, de lo eterno a lo hortera…
No sé qué dirá Esperanza Aguirre, sobrina del escritor, pero, por el momento, Juan Marsé y la fotógrafa Colita (presentes en la película) ya han mostrado su desencanto…
Para dejar buen sabor de boca, qué mejor que un poema de Jaime Gil de Biedma:


Contra Jaime Gil de Biedma

De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación -y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.
Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.
Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.
A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!



Y para quien quiera leer algo más:

http://amediavoz.com/gildebiedma.htm

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