El Cine como forma expresiva y estética

martes, 19 de octubre de 2010

La dictadura perceptiva del cine

Por Esteban Martinez Gonzalez
(original de 18 de ,ayo de 2010)


¿Porqué el cine se parece a la ópera? Montaje, ritmo cinematográfico, concepto, expresión, drama, sensación de realidad, sensación de irrealidad, un demasiado largo etcétera y en su consecuencia: En su enorme conglomerado y en la potencia inigualable de la narración global no se entiende el Cine sin una colaboración extenuante de todos sus elementos. Entre ellos, la solapación íntima, asfixiante, ineludible, del Cine con la Música. Cada uno de sus elementos no es un atenuante. Funciona como una dimensión física, constructiva de un anhelo de realidad.
Todo ello, se configura de cara a un compendio de carácter formal y estético. La apariencia accesoria de estas palabras no debe hacernos perder de vista lo necesarias que son, puesto que es un punto muy desatendido e infinitamente más constituyente, relevante y necesario que muchos de los elementos tan dignificados: como el drama, o la interpretación de los actores.
En su carácter imaginario, el actor de cine es en muchos casos un simulacro, y el drama es la coloración de envoltorio de una máquina narrativa industrial comestible más por sus formas que por sus contenidos. ¿A qué me refiero? El cine es esencialmente un discurso formal. Es un lenguaje. Mas aún, el ritmo estándar actual del cine no es solo el uso convencionalizado del 'lenguaje audiovisual' como medio abstracto en el que todo es posible, también es un triunfo casi único en el uso científico-perceptivo de usarlo. Es decir, no es solo un uso, es (quizá por imposición), el modelo.
Aun cuando el audiovisual es la excusa para la transmisión de una serie de discursos secundarios, siempre se elaboran con arreglo de asunción o contraste con lo que estamos acostumbrados a digerir como 'percepción cinematográfica', siempre se sirven de ella.
¿Por qué? Porque como formato es un incomparable hallazgo de correspondencia con nuestro funcionamiento perceptivo, y por lo tanto el cine se solapa a nuestro uso natural de percibir y atender con una efectividad que roza lo natural, lo redefine, y además esculpe y orquesta a posteriori esa nuestra mentalidad perceptiva. A dia de hoy el discurso audiovisual solo funciona en contraste con nuestra identidad audiovisual, el ritmo estándar del cine.
Antes de esto, el lider en el discurso perceptivo artístico era la Música, o el teatro.
Sin embargo, por el control temporal y dramático de los afectos del discurso, el Cine se asemeja mucho más a una ópera que a una obra de teatro.
Los usos que adquirió la ópera en la época Wagneriana confundían estrechamente el placer con el esencialismo doctrinario de la obra de arte total.
No es entonces una casualidad que la original tiranía temporal de la música fuese lo primero que el cine abrazara para constituir su manera de crear discurso. La dialéctica imparable que generan música y visual es la verdadera esencia nuclear donde se encuentra el cine, en todos sus elementos. Esto es realmente necesario, porque si no se tiene en cuenta, el estudio secundario y complejo de los elementos perceptivos con los que trabaja el cine: tensiones, pictoricismos, codificaciones, tecnicismos; puede introducirnos en un gusto peligroso por el alarde cinemátográfico en los travellings de Acantilado Rojo, o de Avatar. Estas películas se escudan en que el carácter político-perceptivo de sus lujos estéticos no es advertido; sin embargo es necesario advertir que es imposible hablar de calidad cinematográfica desde un punto de vista inocente, ajeno a su uso en su máquina de manipulación perceptiva.
La disolución del convencionalismo perceptivo es necesaria, y no es un lujo de snobismo. Toda dificultad es una puerta que vencer, de apertura de la mente, diría Stravinsky. Podemos asumir una investigación más consciente de los usos audiovisuales que resignarnos a esa dictatorial (palabra muy exacta) identidad perceptiva del cine, que, como antes he expresado, por ser eficaz ya es materia de la ciencia. Es preciso saber también que nuestra digestión perceptiva es muy flexible, humana e inteligente. Por constituir un discurso fácil de tragar, rítmico, automático, que se oculta a si mismo, no da a entender tan solo una efectividad en materia de una manera muy decepcionante de concebir el arte.
La propaganda. La digestión automatica e irreflexiva de discursos que enmascaran el terror de la propaganda. Es el uso digestivo de la 'catarsis' aristotélica. La idea hoy tan perniciosamente arreglada que imperaba en el viejo drama griego, renació para lograr un arte directamente dirigido a la influencia eficaz de los afectos humanos en la ópera y concluye aquí, en una demolición de la incertidumbre necesaria en la autonomía del espectador. En la diseminación industrial de adoctrinamiento perceptivo más terrible de la historia.

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