El Cine como forma expresiva y estética

sábado, 18 de diciembre de 2010

Amarcord (presentación)

Dirección: Federico Fellini. Producción: Franco Cristaldi. Dirección artística: Giorgio Giovannini. Guión: Federico Fellini, Tonino Guerra. Fotografía: Giuseppe Rotunno. Música: Nino Rota.


Es difícil entender Amarcord si no conocemos el resto de las películas del realizador italiano. Es imposible comprender a Fellini sin asumir que plantea sus obras casi del mismo modo que afronta su actividad como cineasta y, muy especialmente, como lo vemos en Amarcord. La cámara nos describe un mosaico antropológico (y social) que se va articulando paulatinamente con la información suministrada durante el propio tiempo narrativo y en las películas anteriores (y posteriores). Con la excusa de los milanos, de la adolescencia (tiempos de cambio), nos enfrentamos al "inframundo" de la educación infantil, trasunto de mítica cultural, a la Iglesia, siempre cerca de los mecanismos de control (educación y represión) social, a los sueños individuales y colectivos (el barco maravilloso, que también aparece en la casa de la prostituta de La dolce vita y, por supuesto, en E la nave va), al mundo del trabajo, a los "tipos" que encontraríamos en cualquier pueblo italiano de la época, por supuesto, interpretados según las formulas habituales del director italiano, invariablemente inclinado hacia la caricatura, hacia formas próximas a las de las Fallas. En sintonía con películas anteriores, también están reflejados algunos de los temas habituales en el universo felliniano: el componente onírico (Julieta de los espíritus), el mundo del poder (fascista), la aristocracia decadente (La dolce vita), los parásitos sociales (Los inútiles), los músicos... Sin olvidar los infiernos del Dante, en esta ocasión, en forma de laxante enérgico (escatología mítica por excelencia), las tradiciones ancestrales, al factor sexual femenino en sus diferentes fórmulas. etc.
Como en 8 y medio, acaso sea este último aspecto en el que Fellini se propone dar el do de pecho, si se me permite la broma, porque además de la famosa secuencia de la estanquera, la película es un catálogo sistemático de tipologías femeninas, casi tan completo y rico como el que encontramos en Ciudad de mujeres (1980), realizada siete años después. Entre ellas destacan, por sus matices emotivos, la madre, la Gradisca, la Volpina, pero también las profesoras, la criada... y, por supuesto, la monja enana, paradigma simbólico, de exagerada elocuencia: "la mujer del loco".
En suma, un mosaico expresivo maravilloso cargado de referencias simbólicas; como el "Fosforil", buen recurso terapéutico para activar la mente del espectador...

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