El Cine como forma expresiva y estética

martes, 1 de marzo de 2011

El último tango en París, 1972 (presentación)


Dirección: Bernardo Bertolucci. Producción: Alberto Grimaldi. Guion: Bernardo Bertolucci y Franco Arcalli. Música: Gato Barbieri. Fotografía: Vittorio Storaro.


Seguramente es la película más conocida de Bertolucci y sin embargo, no creo que sea la mejor desde un planteamiento estético global. Reúne más méritos El último Emperador y, también El Conformista. Obviamente, la popularidad no siempre depende de la "calidad". En este caso concreto parecen más relevantes la personalidad de los actores principales y, muy especialmente, las secuencias subidas de todo, que convirtieron la película en un estandarte erótico durante muchos años. Y sin embargo...
Las pinturas que acompañan a los créditos marcan con claridad un planteamiento que nos vuelve a enfrentar a las preocupaciones de la Escuela de Frankfurt, con las acotaciones existencialistas de rigor:  la relación entre la sexualidad y la muerte, la identidad, la angustia, la náusea, los convencionalismo sociales, la hipocresía, etc..
Cerca del Boulevard de Belleville, en un apartamento desvencijado de la  Rue Jules Verne, coinciden un hombre y una mujer. En un contexto carente de normas y recuerdos,  tendrán varios encuentros sexuales...  que conformarán el carácter mítico de una película en la que destacan el guión, la fotografía y la interpretación de Marlon Brando, acaso una de las mejores de su carrera.
Naturalmente, la película debe entenderse en el ambiente pesimista de aquellos años , dominados por las corrientes de pensamiento de la postguerra y por un conjunto de personalidades de gran influencia en los ambientes occidentales (Europa y USA), entre quienes destacan Samuel Beckett y Francis Bacon. Desde las propuestas estéticas de ambos se entiende mucho mejor el argumento de la película y algunas de las alusiones formales (ambiente del apartamento y del hotel), siempre filtradas por los ojos de Vittorio Storaro que, tal vez, tuviera en mente algunas fuentes del artista irlandés, además de la concepción de la luz, que es un invariante destacable en las películas de ambos.
Si alguien percibe cierta relación entre el modo de afrontar la fotografía en estas películas y las de S. Kubrick, acaso no ande desencaminado... Ambos utilizan la imagen como recurso habitual para generar interés (inquietud).
En ese contexto aparece una paradoja que acaso ilustre las relaciones entre literatura, pintura y fotografía. Desde postulados y objetivos comunes surgen propuestas estéticas dispares. En lo formal, los textos de Beckett están cerca de las pinturas de Bacon y de la película de Bertolucci. Y sin embargo, la fotografía de Storaro está en las antípodas de la iconografía de Bacon.  Para reflexionar...
Simetrías, paralelismos, recuerdos, alusiones a todas las instituciones sociales, transgresión, incomunicación, soledad, violencia, egoísmo, mezquindad... son los ingredientes de un guión acaso demasiado denso pero, a efectos de ritmo narrativo, bien aligerado con las secuencias de contenido erótico (estamos en los años setenta).
El desenlace no puede ser más freudiano...

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