El Cine como forma expresiva y estética

domingo, 6 de octubre de 2013

F for Fake, O. Welles, 1975

Por Jorge Monterde Ortega

Nos encontramos ante una película de gran interés tanto en sí misma, como en lo que corresponde a la temática y a las ideas que menciona relacionadas con el arte. Realmente, el punto hacia donde Orson Welles lleva todo el documental es a sus propias vivencias relacionadas con La guerra de los Mundos y sus problemas en Hollywood tras Ciudadano Kane, pero consigue establecer un contexto en el que la farsa, el engaño, la estafa, la falsificación... son los valores por los que todos los hechos contados se relacionen entre sí. Podríamos decir que encuentra el paralelismo entre sus vivencias y las de los demás personajes que aparecen (e incluso, se podría decir que siente verdadera empatía hacia ellos). Presta mucha atención en desarrollar no solo los acontecimientos relacionados con Elmyr y Clifford Irving, sino con los conceptos que cuestionan a cerca del mundo del arte. Me refiero a que no sólo le interesan los aspectos biográficos de estos acontecimientos, sino la reflexión acerca del arte que lleva consigo sus vivencias, lo que hace de esta, una película muy sugerente y rica en temas de debate.
Aunque la introducción (que dura los siete primeros minutos) responde a una fórmula habitual de estructurar un relato basándose en una síntesis simbólica del relato completo, es de gran interés pues resume, en cierto modo, el “funcionamiento” o incluso “las reglas” de la película, casi como si de un truco se tratase. En el inicio aparece Welles haciendo un truco de magia a un niño pero curiosamente simula que es a nosotros a quienes nos dedica el truco, pues además se refiere en un momento a la propia película que estamos viendo, a François Reichenbach (un componente de su equipo) y se pueden ver a los cámaras grabando. También cita a R. Houdin, que decía que “un mago es solo un actor, un actor que interpreta el papel de un mago”, y tras esto, sentencia que tiene lugar una introducción a la película, una película que trata de trucos, fraude y mentiras (estableciendo un juego con el final de ésta). Así, presenta la enigmática figura de Elmyr y a Clifford Irving. Y de esta manera, da paso a la secuencia que contiene los créditos iniciales (que los preceden imágenes de una versión de La guerra de los Mundos) que además tienen interés en el transcurso de la narración.
Los recursos utilizados y los juegos que nos propone en esta introducción los vamos a ver repetidos a lo largo del film o van a ser pinceladas de los acontecimientos a contar. La película no solo hablará de farsas, estafas o mentiras, sino que consigue que, en cierto modo, tenga en sí esa naturaleza de truco o engaño. Todo esto, está tramado con una dirección y un montaje realmente interesantes, y un ritmo que me ha parecido un tanto peculiar, además de ser otro tanto desconcertantes los momentos en los que Welles se refiere a la propia película. Realmente, mostrando el celuloide no está desvelando el secreto de “la película entendida como un engaño o como una farsa”, sino que lo hace más misterioso si cabe (pues estaríamos viendo la cinta que reproduce lo que estamos viendo).
Algunas frases dan que pensar realmente, y una de ellas, “el mundo del arte se ha convertido en una traición a la confianza”, puede tener mucho interés y se podría identificar con la visión del mundo del arte actual por muchas razones. Una de ellas puede ser que hoy en día, hay una cuestión muy relativa referida al valor de muchas obras de arte, y aunque no engloba la totalidad de las prácticas artísticas contemporáneas, sí que por las condiciones del mundo del arte contemporáneo, hoy en día se dan mucho valor a obras que se podrían cuestionar enormemente.

Otra de las frases interesantes con las que reflexionar puede ser: “lo que le permitió vender falsificaciones fue un nuevo invento: el mercado del arte”, y con esta: “si no hubiese expertos, ¿habría falsificadores?”. Si partimos del punto en el que si no hubiese expertos no habría falsificadores, podríamos pensar que esa clase de expertos en los que pensamos podrían ser resultado del mercado del arte actual, ese referido como “un nuevo invento”. Y estos expertos por lo tanto, entendemos que tienen la función de dictar lo que vale de lo que no vale, pero por consiguiente, para poder situar las obras en los diferentes precios del mercado. Por lo tanto, puede que gran parte de las valoraciones de las obras (sobre todo en últimas propuestas), tienen una función prácticamente monetaria. Y aunque las cosas no se hacen gratis, intentar valorar de la misma forma que siempre, algo que cada vez es más complicado puesto que cada vez existen propuestas más complejas, resulta algo muy poco interesante y casi sin sentido. Posiblemente el concepto de valor no es el mismo en todo el arte y que el valor y el precio deberían entenderse como conceptos diferentes. 

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